¡Ya hemos aterrizado! Que no cunda el pánico.

Ya sabemos que la mayoría del pasaje se va a levantar como un resorte en cuanto se apaguen las luces de los cinturones.

No tengáis prisa; con casi total seguridad habréis tenido que facturar y las maletas van a tardar en salir por la cinta, así que recoged vuestras cosas con calma en cabina, revisando bien el revistero y el suelo, por si acaso.

Al entrar en la terminal desde el finger, comprobamos cúal es el carrusel por el que salen las maletas de nuestro vuelo y nos dirigimos hacia el control de seguridad. Si hubiese fila especial para familias, aquí sí es interesante usarla.

Llegamos a la retirada de equipajes y de nuevo nos dividimos el trabajo: mientras un adulto espera para recoger las maletas, el otro va al baño con los niñ@s. En la mayoría de los aeropuertos hay aseos en esta zona y es más que probable que uno de ellos disponga de cambiador para bebés. Es un buen momento para un cambio de pañal, sobre todo si ahora tenéis que ir a alquilar un coche.

Al retirar las maletas de la cinta transportadora comprobamos que están en buen estado, de lo contrario habrá que reclamar los daños a la aerolínea en el mostrador correspondiente. Todo está correcto en nuestro equipaje, ¡genial! Salimos entonces de la zona de seguridad y si hemos alquilado vehículo buscaremos la señal de rent-a-car.

Normalmente se indica con antelación en la reserva la necesidad de asientos especiales para nuestros hij@s. Si se os ha olvidado no pasa nada, las compañías de alquiler deben disponer de ellos. Ya sólo queda introducir nuestro destino en el navegador o en nuestro móvil para que nos ayude a salir de los siempre complicados aparcamientos de los aeropuertos. ¡Feliz estancia!

Esperamos os hayan sido de ayuda estas publicaciones con consejos fruto de nuestras experiencias personales, nos ha encantado compartirlos con vosotr@s

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